El sabor de la feria
Si una mañana de agosto despiertas atraído por una extraña e idílica melodía de sonidos provenientes de la calle, sonidos desconocidos pero a la vez familiares, y al mirar a través de las ventanas contemplas a hábiles jinetes a lomos de sus fieles corceles, a caballos y mulos marchando al frente de carruajes y diligencias, a hombres y mujeres ataviados con majestuosos trajes de colores, y las calles impregnadas de una embriagadora mezcla de tradición, historia y folclore, no pienses que has retrocedido hasta principios del siglo pasado, ni tan siquiera que sigues soñando: la feria de Málaga ya está aquí.
La feria es el sonido de las orquestas flamencas, pero también de la leña crujiendo bajo los vivos fuegos de las cocinas. Es el olor de las rosas frescas engastadas en los negros cabellos de las mujeres que van de lunares, pero también es el olor a vino y frituras. La feria es el mejor sabor de Málaga, servido a través de sus platos más singulares. No es posible concebir la auténtica feria de Málaga sólo a través de sus imágenes. El olfato, el gusto e incluso el oído tienen asientos preferentes en éste espectáculo para los sentidos.
Mientras los malagueños preparan sus mejores trajes para la ocasión, las cocinas de todos los bares y restaurantes de Málaga hierven en un ir y venir de preparativos para lo que se avecina. Los productos típicos del mediterráneo, los ingredientes de primerísima calidad, el jamón más jugoso, el aceite, mucho aceite, para hacer frente al gran número de frituras, y el vino, por lo que más quieras, que no falte. Y con todo esto, ¡qué comience el desfile!
Entre los platos más típicos de la feria de Málaga encontramos la tradicional paella, dorada y sabrosa. En ella, el arroz, el pollo, el tomate, los pimientos, el ajo, el clavo, la pimienta y el aceite danzan sobre el ardiente fuego de leña, cuyo humo impregna al conjunto de ingredientes del sabor único e inconfundible de nuestra tierra.
Acompañando a la paella, o a cualquier otro plato, o simplemente como aperitivo, las berenjenas fritas son las protagonistas de las barras y terrazas. Cortadas en finas rodajas, envueltas en una ligera capa de harina de trigo o de garbanzo y sumergidas en un baño de hirviente aceite, harán las delicias de cualquier comensal. Y si alguno se resiste a sus encantos, una ligera cobertura de miel hará que hasta los paladares más refinados queden extasiados.
Si hablamos de frituras, hablamos de pimientos. Los pimientos fritos son el acompañamiento ideal para cualquier plato. Desde una ración de pescado hasta un plato de paella, los pimientos fritos no pasarán desapercibidos fácilmente, pudiendo incluso eclipsar a los demás ingredientes del plato.
Y, por supuesto, el pescado de Málaga también se viste de lunares en la feria. El mar inunda cada rincón de la ciudad a través de las cocinas de la hostelería. Las frituras de boquerones, de calamares, de jibias, etc… no pueden faltar en cualquier evento gastronómico que se precie en Málaga. Acompañadas de mayonesa o salsa alioli, las frituras del mar son un plato que apetece a cualquier hora del día, ya sea como plato principal o simplemente como tentempié.
Pero algo que no puede faltar, como buena fiesta castellana, es el pincho de tortilla de patatas. Los mejores huevos y las patatas más tiernas se dan cita en uno de los platos más típicos de este país. Y sin duda, la mejor forma de servirlo es en pequeñas raciones o “pinchos”.
Pero, al igual que un gran guitarrista flamenco sin un bailarín que dance a su ritmo, todo esto está incompleto. ¿Dónde está el buen vino? ¿Y los licores? Sin duda, no pueden faltar. Vino tinto, dulce o de verano, son las únicas bebida capaces de calmar la sed y avivar la alegría en las calurosas tardes de la feria de Málaga.
La música ya suena y la mesa está servida, ¡a disfrutar!
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