Desde que surgieron las primeras recomendaciones alimentarias para la salud, allá en la primera mitad del siglo pasado, los frutos secos han sido considerados como “el lado oscuro” de los productos de origen vegetal.
Debido a su, a veces, excesivo valor calórico y a su asociación con otros productos alimentarios de “dudosa reputación”, como los aperitivos y la repostería, los frutos secos pasaron a formar parte del polémico grupo de alimentos cuyo consumo debe ser evitado.
Sin embargo, al igual que ha ocurrido con muchos otros productos, en la actualidad los frutos secos están dejando atrás su infame pasado para convertirse en uno de los alimentos más nutritivos y completos de la dieta.