Productos imprescindibles de la dieta mediterránea
Al oír las palabras “Dieta Mediterránea” es inevitable establecer una asociación de éstas con términos como cultura, tradición y antigüedad. Y es bien cierto que la Dieta Mediterránea es uno de los valores y costumbres más ancestrales e identificativos de esta cálida región del planeta, cuyos orígenes datan de hace más de seis mil años en lugares como la antigua Mesopotamia y Palestinano. Sin embargo, podemos errar al ir más allá de esta relación atávica al otorgarle a la Dieta Mediterránea un carácter obsoleto y arcaico.
Es lógico pensar que, algo que se remonta al origen de las primeras civilizaciones, haya quedado estéril de utilidad en el presente. Sin embargo, en el caso de la Dieta Mediterránea esto no ocurre.
Gracias a entidades como la Fundación Dieta Mediterránea, la pirámide tradicional de la Dieta Mediterránea ha sabido sobreponerse al paso del tiempo, evolucionando y adaptándose a las necesidades de una población emergente y en continuo cambio, constituyendo en la actualidad, no una de las dietas más importantes, sino una de las formas de vida mejor valoradas en todo el mundo.
Es así como surge la actual pirámide de alimentación Mediterránea, configurada en su base por los alimentos de mayor frecuencia de consumo y que mayores beneficios aporta a la calidad de vida y bienestar de las personas.
Tal y como podemos observar, en la Dieta Mediterránea no pueden faltar tres elementos fundamentales en cada comida: cereales, una o dos raciones por comida, con preferencia por los cereales integrales, verduras, ricas en vitaminas y antioxidantes, especialmente si se consumen crudas, y frutas, como alternativa a postres azucarados y procesados. Todo ello combinado con una continua hidratación, de entre litro y medio y dos litros diarios.
En un orden inferior con respecto a su frecuencia de consumo, encontramos el tan preciado aceite de oliva, considerado por muchos como el oro del mediterráneo.
De igual importancia son los frutos secos, especias y condimentos, cuyo uso puede suplantar al de la sal en muchas comidas.
A continuación se encuentran los productos lácteos y derivados, con una especial preferencia por estos últimos, como es el caso de yogures y quesos, cuyo aporte de calcio es esencial para el mantenimiento óseo del organismo. Dada su importancia biológica, es lógico pensar que se requieran de al menos dos raciones diarias.
Le siguen las legumbres, el pescado, especialmente el pescado azul por su alto contenido en ácidos grasos monoinsaturados, como es el caso del famoso Omega 3, las carnes blancas y los huevos. Aunque importantes, estos alimentos quedan relegados a un frecuencia semanal, de aproximadamente dos raciones cada siete días, a excepción del huevo que puede llegar hasta las 4 raciones.
Y por último, en la cúspide de la pirámide, quedan representados los alimentos que debemos evitar y que sólo deben ser consumidos en ocasiones especiales. Estos son las carnes rojas y procesadas, las patatas y la bollería y los dulces.
Bajo estos principios básicos, a los que hay que sumar hábitos de vida saludables como la práctica deportiva, se forja la pirámide de la Dieta Mediterránea. Nuestra pirámide. Al tiempo que, surgen también el compromiso y el deber de preservarla del paso del tiempo para legarla a las generaciones venideras, no sólo como un elemento cultural, sino como una forma de vida extraordinaria: Nuestra forma de vida.
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