Andalucía, tierra de sabores
La Tierra, nuestro hogar, un auténtico universo de fronteras inalcanzables sumergido dentro del inconmensurable cosmos. Un lugar recóndito y heterogéneo donde cada rincón, cada región de esta hermosa tierra, posee su propia alma, su propia esencia y su propio sabor. Es inconcebible imaginar que alguien sea capaz de conocer toda la belleza de estos rincones sino es a través de los cinco sentidos.
Cualquiera puede sentir el cálido tacto de la piedra, bañada por el sol, de las Pirámides de la Meseta de Guiza, el incansable rugido del bravo mar quebrándose contra los angostos acantilados de Irlanda o la celestial imagen del mundo que nace bajo los pies de aquel que se alza sobre el Himalaya. Experiencias extraordinarias que no dejan de ser tan sólo una ínfima y fugaz parte de toda la belleza que albergan estas regiones.
¿Qué hay del sabor y el aroma de esos lugares? ¿Quién puede decir que conoce el Japón más ancestral sin el sabor del arroz y el pescado crudo? ¿Cómo se puede sentir África Oriental sin el olor del café tostado danzando en el aire? ¿Quién puede decir que conoce Andalucía o que es andaluz sin haber experimentado los sabores y aromas de esta pasional tierra?
El Aceite de Oliva Virgen Extra de los campos jiennenses, el oro líquido del mediterráneo, es la esencia de la gastronomía andaluza.
Fuente de sabor y de salud, el aceite de oliva andaluz es el aceite de mayor calidad y el más codiciado de todo el planeta debido a que cada gota del jugo de la oliva lleva consigo una parte de esta bella tierra del sur de España.
No se puede sentir Andalucía sin el sabor del aceite de oliva surcando, como un manantial dorado, una rodaja de pan artesanal.
Tan importante como el jugo lo es el fruto del que éste surge: la aceituna. La cordobesa, la gordal, la manzanilla, la hojiblanca, la verdial… son innumerables los tipos de aceitunas que se gestan en los campos de esta región ibérica, pero no hay ninguna otra como la Aloreña de Málaga, una aceituna de mesa donde el fruto del olivo se fusiona con el sabor del tomillo, el hinojo, el ajo y el pimiento.
De esta extraordinaria provincia son también originarios otros dos grandes placeres para el paladar: la almendra y la pasa. Cultivadas y recolectadas con recelo, son dos de los principales símbolos de la buena mensa andaluza.
Y qué mejor forma de acompañar estos manjares que con unas lonchas de jugoso jamón ibérico de Huelva. Jamón con denominación de origen, elaborado a partir de cerdos de raza ibérica, criados y engordados en libertad en la dehesa y elaborados en bodegas naturales. Rojizas rodajas de placer que hacen revivir la visión más artesanal y ancestral de Andalucía.
Y todo éste viaje para los sentidos a través de las cálidas tierras andaluzas estaría incompleto sin el vivo color de la Manteca Colorá. Indispensable en los desayunos y meriendas andaluces, éste producto es elaborado a partir de manteca de cerdo, trozos de carne y especias, entre las que destaca el pimentón, responsable de su color anaranjado, un color que recuerda a la puesta del sol sobre los infinitos campos andaluces.
Y así es Andalucía, una tierra de sabores y aromas, una tierra para vivir y saborear: ¡Una tierra para los cinco sentidos!
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