Rugen los tambores. Las cornetas claman al cielo. Una hilera de incontables antorchas de cera se extiende, como una serpiente de fuego, más allá de donde la vista alcanza. Y a lo lejos, en la oscuridad de la noche, envuelto en una embriagadora bruma de incienso, un solemne coloso se abre paso, surcando las calles de Málaga como un impetuoso corsario que navega entre el clamor de una efervescente multitud. La Semana Santa llega a Málaga, y con ella el sabor del Bacalao.
Más allá de las connotaciones religiosas que se le puedan atribuir, la Semana Santa de Málaga es una de las manifestaciones más hermosas y simbólicas del folclore de la provincia. La emotiva melodía de las bandas de música, la majestuosa imagen de los tronos abriéndose paso entre el gentío por las calles de Málaga, el olor a incienso y a cera y, por supuesto, el sabor de productos típicos de estas fechas como es el caso del bacalao, convierten a esta festividad en un auténtico festín para los sentidos.