Desde sus orígenes más primitivos, el ser humano ha ansiado subyugar a su propia voluntad cuanto le ha rodeado, desde la impredecible naturaleza hasta las pretensiones del resto de seres de su especie. Sin embargo, por encima de todas ellas, existía una ambición aún mayor y más oscura: la sed insaciable por sobreponerse al paso del tiempo y, con ello, a la mismísima muerte.
Ya sea en forma de la esquiva fuente de la eterna juventud que tiempo atrás persiguieron Alejandro Magno y Ponce de León o como el enfermizo retrato que obsesionó al inmutable Dorian Gray de la novela de Wilde, el deseo de perdurar para siempre ha estado y estará presente en la naturaleza humana.
Lamentablemente, en Bedoya no disponemos aún de ninguna receta para alcanzar tan siniestro propósito. Sin embargo, y para vuestra fortuna, a continuación os traemos algunos consejos sobre cómo conservar alimentos en hostelería para que, aunque vosotros no estéis presentes el día que a Madrid le otorguen los Juegos Olímpicos (dentro de mucho, mucho, mucho tiempo) los ingredientes de la cocina de vuestro bar o restaurante si lo estén… o que por lo menos duren unos días más manteniendo todas sus propiedades.