“Un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. No hay mejor forma de definir el compromiso que la hostelería española tiene con los paladares de todo el mundo que la lapidaria frase que antaño el entrañable tío Ben confiara a su joven sobrino Peter Parker (también conocido como el hombre araña o el azote de los limpia-cristales de Nueva York). Y no es para menos, pues cada bar o restaurante de la geografía española debe ser consciente de la heroica y honorable responsabilidad que supone el uso de lo que podíamos denominar “la esencia y espíritu de la cocina mediterránea”: El Aceite de Oliva.
El aceite de oliva, el oro líquido del mediterráneo, es el arma culinaria más poderosa de la cocina de cualquier restaurante. Tan sólo unas gotas del jugo dorado de la oliva pueden aventurar el paladar de los más ávidos comensales hacia parajes de sabor hasta ahora desconocidos para ellos. Pero, como adelantábamos al principio, es un poder que conlleva una gran responsabilidad, pues su negligente uso puede ser más catastrófico que pedirle matrimonio a Sauron con el “anillo único”.