Las cocinas de la restauración, lugares mágicos y misteriosos donde las leyes que rigen el universo son suplantadas por las del placer gastronómico, albergan infinidad de secretos que son custodiados con recelo por los grandes maestros alquimistas del sabor y el aroma, para ser legados, generación tras generación, a aquellos discípulos que, por su talento y dedicación, sean dignos de semejante don.
Estas enigmáticas confidencias van desde la habilidad para transformar la más profunda emoción humana en sabor hasta el dominio de los elementos culinarios. Y entre estos elementos existe uno tan simple, pero a la vez tan poderoso, que su dominio le concede al chef un inagotable repertorio de sabores en forma de recetas y platos. Se trata, ni más ni menos, que del atún en conserva.