Al oír las palabras “Dieta Mediterránea” es inevitable establecer una asociación de éstas con términos como cultura, tradición y antigüedad. Y es bien cierto que la Dieta Mediterránea es uno de los valores y costumbres más ancestrales e identificativos de esta cálida región del planeta, cuyos orígenes datan de hace más de seis mil años en lugares como la antigua Mesopotamia y Palestinano. Sin embargo, podemos errar al ir más allá de esta relación atávica al otorgarle a la Dieta Mediterránea un carácter obsoleto y arcaico.
Es lógico pensar que, algo que se remonta al origen de las primeras civilizaciones, haya quedado estéril de utilidad en el presente. Sin embargo, en el caso de la Dieta Mediterránea esto no ocurre.
Gracias a entidades como la Fundación Dieta Mediterránea, la pirámide tradicional de la Dieta Mediterránea ha sabido sobreponerse al paso del tiempo, evolucionando y adaptándose a las necesidades de una población emergente y en continuo cambio, constituyendo en la actualidad, no una de las dietas más importantes, sino una de las formas de vida mejor valoradas en todo el mundo.